martes, 23 de noviembre de 2010

Los sueños, sueños son.

En una tarde de esas aburridas, harta de estudiar cogo mi ipod y me tumbo en mi cama. Empieza a sonar la música, canción tras canción. Los parpados me pesan, no puedo aguantar más. Boston, de Augustana. Mi canción favorita. Nuestra canción. Donde no haya nadie, te esperaré. Los dos solos. Los ojos se me cierran más y más. Entro en un relajante sueño mientras me vienen a la mente millones de momento junto a ti.
De repente, noto tu olor. Noto que me estás besando. Estás ahí, conmigo. En mi cama tumbados. Coges un auricular y te lo pones. Sonries al escuchar esa canción y me susurras dos simples palabras. Todo es perfecto. Me das la mano y me abrazas. Nos quedamos abrazados hasta que la canción termina. Sin saber qué decir, me das un ligero beso en la frente y bajas hasta mis labios. Por una milésima de segundo, nuestros dientes se juntan. Nos miramos y sonreimos. Estoy feliz. ¿ Puedo pedir más? Estás a mi lado, con eso me basta. Te quedas toda la noche, pasan horas y horas y no me canso de ti. Me das un beso en la mejilla y me dices bajito al oído un te querré siempre. Y entonces, despierto. Apago el ipod y sigo estudiando.

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